dimecres, 5 d’octubre del 2011

¿Traductora o letrista?

Desde pequeña me han enseñado que cuando entras en un sitio es de buena educación saludar. Así que como esta es mi “entrada” en el mundo bloguero de esta temática voy a presentarme brevemente antes de empezar a escribir sobre lo que nos interesa realmente, que es la traducción (más concretamente, la traducción audiovisual). Pues bien, mi nombre es Laura, soy traductora y vivo en una ciudad pequeña de las cercanías de Barcelona. No sé en qué momento de mi vida he decidido que tener un blog sobre traducción era algo que debía hacer aunque fuera solamente por satisfacción personal. El caso es que espero poder compartir en este blog tanto experiencias como cosas que vaya aprendiendo, reflexiones o situaciones cómicas de esas que son dignas de explicar por escrito. Dicho esto, ya podemos empezar a hablar sobre nuestra querida amiga traducción, esa que tan amablemente en ocasiones nos trastoca los horarios, no nos deja dormir o nos hace obsesionarnos con los significados de las palabras y los dobles sentidos de las cosas. En la entrada de hoy hablaré sobre algo que he aprendido este año cursando el MTAV gracias a mis profesores de doblaje.
No sé si alguna vez os habéis parado a pensar qué tipo de encargos pueden determinar que un traductor tenga que traducir canciones. Evidentemente, relacionándolo con la temática del blog, esta es una parte del trabajo casi segura en algunos casos de la traducción audiovisual, como por ejemplo en la traducción para el doblaje de películas de dibujos animados. Seguro que os acordáis de más de una canción de las películas que veíais de niños. Pero, llegados a este punto es cuando empiezan a surgir dudas. ¿Hay que traducir todas las canciones? ¿Existe sólo un tipo de canción? ¿Es siempre trabajo del traductor? La respuesta a las tres preguntas anteriores es la misma: no.
Iremos por partes. No siempre hay que traducir las canciones, si entendemos que “traducir” es decir más o menos lo mismo que se decía en el texto original. Es decir, en este caso no consideramos que una adaptación en la que tenga que haber una parte de creación artística por parte de quien hace el trabajo sea una traducción propiamente dicha. Así pues, las canciones casi nunca se traducen, sino que se adaptan, sobre todo si hablamos de las canciones que van dirigidas a un público infantil.
En los productos audiovisuales no existe un solo tipo de canción y, por esta razón, la decisión que tomemos en cada caso será diferente. En primer lugar, tenemos que plantearnos si la traducción es necesaria, ya que, si la canción no tiene nada que ver con el hilo argumental de la historia, quizás no es necesario ni siquiera traducirla. También tenemos la opción de subtitularla si consideramos que lo que dice la letra es una parte importante del hilo argumental pero no es necesaria una adaptación, ya sea porque la canción aparece en mitad de una conversación o porque consideramos que sería mejor dejarla en la lengua original.

Así pues, la última duda que tenemos es la de si todo esto es exclusivamente trabajo del traductor. La respuesta, como he mencionado anteriormente, es que no. Hay algunos casos en los que no es un traductor, sino un letrista quien se encarga de adaptar la canción de un idioma al otro. Uno de los casos en los que suele pasar esto es en las traducciones de las películas de dibujos animados. Esto es así porque en las canciones de las películas de dibujos lo que interesa no es hacer una traducción en la que se diga lo mismo que en el original, sino atrapar la atención del público y que las cosas fluyan con la máxima naturalidad posible. Para ilustrar esto se me viene a la cabeza un ejemplo que siempre me ha encantado. Admiro mucho el trabajo de los tra… digo, de los letristas de Disney, porque creo que siempre consiguen este objetivo. El ejemplo que tengo en mente es de la película El Rey León, concretamente la escena en la que Timón y Pumba cantan una canción llamada en inglés “The Hula Song”. Para que veáis un poco de lo que hablo, os enseño la letra en inglés y la versión española (europea) de la canción:

Loua!

If you're hungry for a hunk of fat and juicy meat,
Eat my buddy Pumba here because he is a treat,
Come on down a dine,
On this tasty swine,
All you have to do is get in line.
Are you aching:
yup yup yup
For some bacon:
yup yup yup
He's a big pig:
yup yup
You can be a big pig too
¡Uau!

¿Tienes hambre, quieres carne cruda pa’ comer?
Toma un poco de jamón verás que gran placer.
Grasa de verdad,
buena calidad,
muestra tu mejor voracidad.
Hay chuletas.
Yep, yep, yep
Tiernas, frescas.
Yep, yep, yep
Pata negra,
Yep, yep.
es un cerdo de verdad, ¡uh!



Como veis, una versión es absolutamente diferente de la otra. Evidentemente, la canción tiene que funcionar en el idioma de llegada, así que es imposible pensar en una traducción literal, ya no sólo por el hecho de hacer el texto más cercano al público receptor, sino también porque hay que tener en cuenta la rima y la métrica de la canción y el ritmo de la música. El concepto clave para poder adaptar bien una canción es el siguiente: debes quedarte con la idea básica del original y, a partir de ahí, crear una nueva versión de la canción que funcione. Si comparáis el original y la adaptación del ejemplo os daréis cuenta de que no hay absolutamente nada que sea igual y, precisamente por eso, funciona a la perfección. El (o la o quizás los) letrista(s) de esta canción han sabido captar la esencia del original y trasladarla de una forma natural al texto en castellano. Después de aprender todo esto, la pregunta que me formulo a mí misma es: pero entonces ¿qué es lo que quieres ser, traductora, letrista o las dos? Creo que la dejaré en el aire y ya veremos por dónde me termina llevando la vida.